Con un aire rústico y vintage, Florea busca alejarse del concepto tradicional de floristería y ofrecer un producto singular basado en la belleza de las cosas sencillas. El catálogo de sus plantas cambia cada pocos días para adaptarse a las variedades de temporada, casi siempre de origen nacional. Además, no sólo tienen flores frescas sino que también disponen de coronas y ramos de flores secas, confeccionados al gusto del cliente y manteniendo siempre el estilo característico de la tienda. Siguiendo el motivo campestre de su producto, la decoración del local se basa en el DIY: baldas hechas con palés de madera, verjas de construcción como revestimiento de las paredes…