The Mandrake son dos antiguos edificios de oficinas convertidos en un hotel con mucha personalidad. La decoración de los interiores y la de las terrazas son muy diferentes entre sí, pero casan a la perfección. Mientras que las habitaciones son opulentas, recargadas y con predominancia de los tonos oscuros, las terrazas se caracterizan por su luminosidad, los muebles de rafia y los tonos neutros. Además, es un hotel perfecto para los amantes del arte: obras de distintas disciplinas se distribuyen por todas las salas y su biblioteca destaca por los libros de arte, diseño, moda y fotografía.